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Prestigio Informativo
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Mira esa maravilla de aquí arriba.
Es una de las pinturas rupestres, quizás la más famosa, que quedaron guardadas en las paredes de las cuevas de Araña en Valencia, España, y muestra a un humano colgado de unas lianas metiendo la mano en un panal para recolectar miel de abejas silvestres.
Se estima que fue pintada hace unos 8.000 años, una prueba de que al menos desde entonces los humanos nos arriesgamos para conseguir esa deliciosa dulzura dorada que producen las abejas con ayuda de las flores.
Es difícil pensar en cosas más hermosas.
El sabor de la miel, la segunda cosa más dulce que se encuentra en la naturaleza después de los dátiles, nos ha encantado al menos desde que empezamos a caminar en dos patas.
Y lo asombroso es que si quienes pintaron las paredes de las cuevas de Araña hace ocho milenios hubieran dejado un pote de miel ahí, es muy probable que el profesor Jaime Garí i Poch se la habría podido comer cuando descubrió las cuevas a principios del siglo XX.
¿Qué tiene la miel que la mantiene fresca aunque pasen los años?
Por doquier
La hemos comido, nos hemos bañado en ella, nos ha curado heridas y la hemos comercializado desde el principio de la historia registrada.
En una tableta de arcilla de Nippur, el centro religioso de los sumerios en el Valle del Éufrates, que data aproximadamente del año 2.000 a.C., hay una receta escrita. Es un remedio para tratar heridas y dice:
"Moler hasta que se vuelva polvo arena de río (faltan palabras) y amasar luego con agua y miel y que aceite puro y aceite de cedro caliente se extiendan sobre eso".
En el Antiguo Testamento, la tierra de Israel a menudo es llamada "la tierra que mana leche y miel".
Ese Dios del que habla, nutrió a Jacob con "miel y aceite que hizo brotar de la roca" y le dio a Israel harina fina, aceite de oliva y... miel. Más tarde, el Nuevo Testamento cuenta que Juan el Bautista comía langostas con miel silvestre.
El gran guerrero cartaginés Aníbal le dio a su ejército miel y vinagre cuando cruzaron los Alpes en elefantes para luchar contra Roma.
Para la medicina china, la miel tiene un carácter equilibrado (no es Yin ni Yang) y actúa de acuerdo a los principios del elemento Tierra, entrando al pulmón, al bazo y a los canales intestinales, según antiguos textos.
Durante la dinastía Zhou Oriental (770-256 a.C.), uno de los manjares reservados para la realeza era una mezcla de miel con larvas de abejas, y en la Poesía de Chu se habla del vino y la miel (c. siglo 11 a.C. -223 a.C).
Y, por supuesto, en el antiguo Egipto donde sus faraones partían para el otro mundo cargados de miel.
Arqueólogos modernos han encontrado una y otra vez en las antiguas tumbas egipcias, vasijas de miel de hace miles de años perfectamente preservada.
Puedes meter el dedo
Son pocos los alimentos que sobreviven el paso del tiempo.
Las papas disecadas de los incas son un ejemplo, pero, a diferencia de la miel, fueron procesadas.
Si encuentras sal y arroz seco en una tumba antigua en la mitad de la nada, es probable que puedas prepararte un plato y comértelo sin problema.
Nuevamente, la diferencia está en una palabra: preparar. La miel guardada apropiadamente dura indefinidamente y si te encuentras una vasija en esa tumba en la mitad de la nada cuando ya se te acabó la energía para seguir, supuestamente podrías meter el dedo y deleitarte con esa exquisitez dorada.
¿Cómo es posible?
La magia se da por una serie de factores que operan en perfecta armonía.
- Es dulce
La miel es un azúcar y los azúcares son higroscópicos. Eso significa que contienen muy poca agua pero pueden absorber humedad si están expuestos a ella.
Son raros los microorganismos o las bacterias que pueden sobrevivir en un ambiente así. Y para que algo se dañe, tiene que haber algo que lo dañe, pero la miel es poco "hospitalaria" con los extraños así que los mantiene lejos.
- Es ácida
Por otro lado, la miel es extremadamente ácida. Efectivamente, leíste bien: su pH está entre 3 y 4,5 (7 es neutro) y esa acidez mata
Cuando las abejas hacen miel, empiezan con el néctar que recolectaron en las flores y regurgitan en el panal. Al hacerlo, éste se mezcla con una enzima que tienen en sus estómagos llamada glucosa oxidasa.
El néctar se descompone en ácido glucónico y peróxido de hidrógeno... ¿te suena conocido el último? Es agua oxigenada, eso que quizás te han echado en heridas, que parece agua pero hace burbujas cuando entra en contacto con tu lastimada piel.
Es un antiséptico, de manera que protege a la miel de cosas que quieran crecer en ella.
Así que ese dorado tesoro al que el dios maya Ah Muzenkab protege y que goza del respaldo de Zeus, es eterno por ser demasiado dulce y demasiado ácido para que cualquier bicho sobreviva... y encima es antiséptico.
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